Tema: Pon Tus Ojos en Cristo
Texto: Hebreos 12:2
Propósito General: Consagración
Propósito Específico: Exponer al Oyente que Jesucristo es nuestra meta, y que solo mirándolo a El como guía fiel, podremos llegar a la meta final. Y si dejamos de verlo a Él, empezaremos a desmayar o destruirnos a nosotros mismos.
Proposición: No Desmayes, Ver a Jesús es nuestra meta final.
Introducción: ¡Observa Solo su Meta!
Frase de Transición: Observa Solo su Meta! ¡Es su Objetivo!
El Leopardo Cazador que vive en las llanuras de África central. Este animal sobrevive persiguiendo a sus víctimas con un gran empujón de energía corriendo hasta 113 kilómetros por hora. Pero este hermoso animal tiene un problema, se cansa rápidamente. Dentro de su cuerpo largo y ágil, tiene un corazón desproporcionadamente pequeño, que no le permite mantener esa velocidad por mucho tiempo. ¡Y El Leopardo empieza a escuchar su corazón, fatigado, escucha su cuerpo exhausto y deja de cazar a su presa y la presa se escapa! A no ser que el leopardo cace su víctima en esa primera ráfaga de energía, se ve obligado a abandonar la caza.
A veces los cristianos parecemos a este leopardo cazador. Respondemos al llamado de Dios con una energía explosiva al principio, pero no lo podemos sostener por mucho tiempo y pronto fallamos y nos apagamos. Escuchamos al cansancio la fatiga el desgaste. Y abandonamos nuestra meta!!!!! Hacemos promesas de trabajar más fuerte y correr más rápidos, cuando lo que necesitamos no es más velocidad, sino perseverancia, necesitamos un corazón más grande. Mucho movimiento, ruido y emoción no sirven para nada si no le entregamos nuestro corazón al Señor. . . . Si no pongamos nuestros ojos en Jesús.
Como implica el título, la carta a los Hebreos fue escrito a los cristianos judíos. Estaban en peligro constante de volver al judaísmo, o por lo menos de darles mucha importancia a las observancias ceremoniales. El principal propósito del escritor es de mostrar la superioridad de la era cristiana en comparación a la del Antiguo Testamento.
Este texto en particular forma parte de la discusión sobre la importancia de la FE. En el cap. 11, vimos un desfile de héroes de la fe.
Entonces llegamos al versículo 1 y 2 del cap. 12 . . . que sería la aplicación práctica para los que están comprometidos a vivir una vida de FE.
«. . . puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, quien por el gozo puesto delante de Él soportó la cruz, menospreciando la vergüenza, y se ha sentado a la diestra del trono de Dios.B.
Pon tus ojos en Jesús.
1. Literalmente «mirando desde lejos», entonces. . . una meta, el fin, el objetivo el destino a dónde queremos llegar.
2. No se refiere al ojo físico, sino al ojo interno del corazón. . . El enfoque de nuestros pensamientos.
3. Se refiere también a las prioridades de uno…
• ¿Qué es lo que tiene mayor importancia?
• ¿Qué es lo que recibe mayor atención y preocupación?
4. Se refiere a la motivación. . .
¿Qué es lo que nos impulsa para hacer lo que hacemos?
Les animo hermanos a mirar constantemente a Jesús.
Hay, por lo menos, cuatro razones por qué debemos poner nuestros ojos en Jesús.
a) Jesús es el único guía fiel.
b) Los que han perseverado en el pasado, lo han hecho mirando a Jesús.
c) Cuando dejamos de mirar a Jesús, empezamos a destruirnos unos a otros.
d) Los que miran a Jesús llegarán a la meta.
I. JESÚS ES EL ÚNICO GUÍA FIEL.
Si perdemos de vista a Jesús, no llegaremos al destino donde queremos llegar. Terminaremos perdidos de nuevo, tratando de salvarnos a nosotros mismos.
Este mundo ofrece muchos guías falsos que intentan atrapar nuestra atención, desviando nuestros ojos de Jesús.
A. El Poder Humano.
«¡Ay de los que descienden a Egipto por ayuda! En los caballos buscan apoyo, y confían en los carros porque son muchos, y en los jinetes porque son muy fuertes, pero no miran al Santo de Israel, ni buscan al SEÑOR» (Isa 31:1).
B. Las Recompensas de Este Mundo.
«Aparta mis ojos de mirar la vanidad, y vivifícame en tus caminos». La palabra «vanidad» significa engañador, falso, vacío, … encierre todas las recompensas que ofrece el mundo sin Dios: las riquezas, el honor propio, el placer» (Sal. 119:37).
C. Los Viejos Vicios.
«Pero Jesús le dijo: Nadie, que después de poner la mano en el arado mira atrás, es apto para el reino de Dios» (Lucas 9:62). ¿Por qué no es apto? . . . Porque no está realmente convencido. Suspira y piensa en lo que tuvo que dejar.
D. A Veces La Religión Misma Puede Ser un Desvío.
«Y mientras algunos estaban hablando del templo, de cómo estaba adornado con hermosas piedras y ofrendas votivas, Jesús dijo: (6)En cuanto a estas cosas que estáis mirando, vendrán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea derribada» (Lucas 21:5-6).
Los judíos tenían sus ojos puestos en edificios, ladrillos, templos, terrenos, y ritos, ceremonia, costumbres de su religión.
E. El Hombre.
«Vosotros veis las cosas según la apariencia exterior» (II Cor. 10:7a).
El apóstol Pablo no era muy buen mozo. Tenía una debilidad física, su voz probablemente no era muy potente, y posiblemente era bajo de estatura. Los Corintios juzgaban a Pablo según su apariencia; y lo despreciaron. Mientras tanto, miraban a los apóstoles falsos–con su elocuencia, riquezas, fervor, y fanfarronería–y los admiraban.
Punto: Los hombres pueden reemplazar a Jesús como el enfoque de nuestros ojos.
II. LOS QUE HAN PERSEVERADO EN EL PASADO, LO HAN HECHO CON LOS OJOS PUESTOS EN JESÚS.
A. Abraham.
Abraham «esperaba la ciudad que tiene cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios. . . . considerando como mayores riquezas el oprobio de Cristo que los tesoros de Egipto; porque tenía la mirada puesta en la recompensa» (Heb 11:10; 11:26).
«Vuestro padre Abraham se regocijó esperando ver mi día; y lo vio y se alegró» (Juan 8:56).
B. Esteban.
«Esteban, lleno del Espíritu Santo, fijos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios y a Jesús de pie a la diestra de Dios; y dijo: He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre de pie a la diestra de Dios» (Hechos 7:55-56).
C. Jesús.
« . . tomó los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, bendijo los alimentos. . .» (Mateo 14:19).
«Y le trajeron a uno que era sordo y que hablaba con dificultad, y le rogaron que pusiera la mano sobre él. (33) Entonces Jesús, tomándolo aparte de la multitud, a solas, le metió los dedos en los oídos, y escupiendo, le tocó la lengua con la saliva; (34) y levantando los ojos al cielo, suspiró profundamente y le dijo: ¡Effatá!, esto es: ¡Ábrete!»(Mar 7:32-34)
III. CUANDO DEJAMOS DE MIRAR A JESÚS, EMPEZAMOS A DESTRUIRNOS UNOS A OTROS.
A. Muchos no tienen tiempo para poner los ojos en Jesús, porque están tan ocupados en mirar, analizar, evaluar, comparar, investigar, y escudriñar a su hermano.
B. Cuando dejamos que nuestros ojos se desvíen de Jesús, empezamos a criticarnos, juzgarnos y atacarnos unos a otros.
«Porque toda la ley en una palabra se cumple en el precepto: AMARAS A TU PRÓJIMO COMO A TI MISMO. (15)Pero si os mordéis y os devoráis unos a otros, tened cuidado, no sea que os consumáis unos a otros» (Gal 5:14-15).
C. ¿Por qué sucede esto? . . .
1. Porque cuando quitamos nuestros ojos de Jesús, empezamos a creer que somos buenos por nuestra propia cuenta.
Porque estamos cumpliendo con Dios. Porque nos congregamos. Porque diezmamos.
2. Nos olvidamos que nuestras mejores obras son trapos sucios.
D. Pero, mirando a Jesús, nos llenamos de gratitud por la gran misericordia que Dios ha manifestado a cada uno de nosotros.
IV. LOS QUE MIRAN A JESÚS, LLEGARÁN A LA META.
A. Serán resucitados.
«Porque esta es la voluntad de mi Padre: que todo aquel que ve al Hijo y cree en Él, tenga vida eterna, y yo mismo lo resucitaré en el día final» (Juan 6:40).
B. Siempre tendrán la presencia de Dios.
«No hay nada–ningún ser humano o institución, ningún tiempo, ningún espacio, ningún demonio, ningún evento–que se pueda cortar el amor entre Dios y aquellos que confían en él»
C. Tendrán la fuerza para perseverar.
A veces los cristianos parecemos a este leopardo cazador. Respondemos al llamado de Dios con una energía explosiva al principio, pero no lo podemos sostener por mucho tiempo y pronto fallamos y nos apagamos. Hacemos promesas de trabajar más fuerte y correr más rápidos, cuando lo que necesitamos no es más velocidad, sino perseverancia, necesitamos un corazón más grande. Mucho movimiento, ruido y emoción no sirven para nada si no le entregamos nuestro corazón al Señor. . . . Si no pongamos nuestros ojos en Jesús.
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